miércoles, 25 de enero de 2017

Expectativa-Realidad

Hay dos caras de una moneda en el tiempo: lo que esperas y lo que ocurrirá. He aprendido que, imaginar lo que espero que pase, me permite descartar opciones de lo que realmente pasará. A saber: si imagino dos o tres resultados para una acción, es altamente probable que ocurra un tercer o cuarto resultado que no imaginé.
Esto, he aprendido, puede tener su lado positivo. A saber: imagino resultados no totalmente satisfactorios, con el fin de no tropezarme tanto cuando no resulte lo que espero. Además esto deja la opción de que el mejor resultado esté dentro de los que no imaginé, lo que -teóricamente- aumenta la oportunidad de que ocurra.
Se le llama: bajar las expectativas. Bajar las expectativas para que se parezcan un poco más a la realidad y al final, si ocurre el mejor resultado, ese que no esperamos -¡quién sabe!-, nos llevamos una agradable sorpresa. Si no, al menos nuestra baja expectativa nos permitirá llevarlo de mejor forma.
Todos ganan.