lunes, 29 de noviembre de 2010

Aligerando.

    La sensación de todo estaba en el momento en que debía decidir si ciertas palabras subirían o no a cierto peldaño de mi vida. Pero nunca tomé una decisión, por lo tanto se quedaron en espera; como muchas veces se ha repetido, en la punta de la lengua, a punto de salir cuando ya no les corresponde.
    Si tengo que hablar de algo triste -o no tan triste- que sea el aroma que me persigue, que me llena el corazón e invade a cada rato mi pensamiento. Porque ese aroma ya no existe, pero se repite en todas mis cosas, en mi ropa, en mi casa, en mis amigas, en mis amigos.
    Aunque esto no tiene nada de cierto, no tiene nada de falso tampoco. La teoría es que escribir aliviana mi alma y así puedo dejar toda la preocupación en las letras, ya no arrastrar más sentimientos inútiles conmigo.
    Porque un día me preguntaste: ¿crees en el destino?, y ahora puedo responderte: sí, en el destino que me alejó de ti.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Aspiraciones y aptitudes.

    De vuelta al dilema de siempre.
    Cuando tomé la decisión, firme y resuelta, de seguir este camino en la vida, supe, con la misma convicción, lo totalmente alejada que estaba de lo que realmente quería. Lo supe y aún así creí que era una buena opción.
    No arrepentirse es parte de mis -buenos, tal vez- modales. Por eso me aferro a lo que hago y no rompo en llanto cada vez que miro sobre mis pasos con el peso del imán gigante que me arrastra a seguir el camino correcto.
    De esto nacen bifurcaciones, trifurcaciones y milfurcaciones. Si quisiera todas serían la buena opción. Porque postergué la decisión que ahora, siento, vuelve a presentarse: ¿Qué haré con mi vida? Porque siempre pensé que podía hacer todo lo que quisiera y ahora, con el conocimiento que arrastro, aún lo creo.
    Por un lado un grito claro me llama a retomar lo que siempre quise. El imán, que cada vez se hace más pesado, me arrastra lentamente. Pero, ¿podría hacer una línea de todos mis caminos y realizarme en lo que postergué más todo lo que aprendí? Porque me niego -y esta idea igual es firme- a rechazar sin vacilación todo lo que he aprendido. Me niego, aún cuando pueda decirlo, a condenar seis años de mi vida como perdidos, olvidados y malgastados. Aunque también es tentador hacerlo; aunque decirlo y finalmente llevarlo a cabo, sería triste.
    Entonces, ¿condené mi vida a este conocimiento que deberé (por consciencia) emplear en contra de todo lo que planeé antes, en contra de todo lo que siempre quise?
    Ya me condené una vez. No quiero volver a estar equivocada. Pero es complejo separar, ahora, en qué punto me estaría equivocando. ¿En abandonar lo que sé o en ya no retomar lo que quise?
    Tampoco puedo ser tan dramática. Siempre pensé que sí o sí debía realizarme como profesional de lo que insatisfactoriamente estudié, para tener dinero y poder sobrevivir sola. Pero luego de todo (cuando sea), me siento agotada (me sentiré agotada) y, ¿realmente querré, anhelaré y soñaré con seguir por este camino?
    Por eso vuelvo a mi idea de buscar un punto de unión, para no perder mi conocimiento y tampoco deber retrasar lo que siempre he soñado.
    Insisto, casi podría ser, pero no aplica el arrepentimiento.

    Tal vez todo este intento de reclamo no es más que el cansancio y agotamiento del exceso de trabajo. Porque no ha sido normal, me siento casi explotada; sin culpar a nadie, porque todo es un deber autoimpuesto.
    He perdido sentimientos en este año. Terremoto, mineros, mundial. Cosas que pasan y que no cobran importancia en mi actual existencia. O tal vez no serían tampoco importantes si no fueran la excusa perfecta para acusar mi actual estado de extrema utilidad.
    Ya lo había dicho por ahí: anhelaría ser mucho más ineficiente.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Luz verde.

    Vuelvo a esta imagen que inició el ciclo de cambio en mi vida. Ya nunca más negro, porque la luz negra no te deja ver nada más. Mejor el verde, que me alegra, que me motiva, que me limpia, que me agrada.
    Sí, aplico también mi primer gusto independiente y no influenciado directamente.


    Derivada de aquella flor blanca, esta imagen no podía ser menos hermosa.

    (En este espacio, con esto de escribir, siempre me queda la sensación de que estoy perdiendo. La idea que pudo parecer clara ya no quiere expresarse).

martes, 2 de noviembre de 2010

Debate.

    La discusión dejó de ser la herramienta poderosa que solía ser. La gente deja de escuchar con atención, deja tal vez de tener disposición para comprender y aceptar una nueva opinión; simplemente se limita a buscar la forma de contradecir, llevando siempre las ideas a lo que inicialmente piensan, creen, usando sus razones y prejuicios, si es necesario, con tal de no discutir la idea de fondo.
    La discusión ya no es una forma de aportar nuevas ideas ni de mejorar el hilo conductor de una vida o de varias vidas, dependiendo el rango de quién discuta. Se limitan a mantener su cuadrada posición (he aquí el drama de ser viejo), su esquema aprendido con años de experiencia, que en el mundo actual, cambiante, no aplican cuando es necesaria la modernidad, en todo sentido.
    Lo veo en mi discusión. La forma de debatir actual no es la de convencer porque nadie está dispuesto a ser convencido. De una u otra forma pensamos, nos autoconvencemos, de que siempre tenemos la razón y todo lo demás es una forma de rechazar cualquier teoría, por muy realista y lógica que parezca. O tal vez después lo analizaré, o tal vez después buscaré un buen argumento para eso. Pero tampoco, nunca es tan importante como para buscar realmente los argumentos y delimitar al fin la base para cualquier idea. Se queda ahí, inconclusa; y si tampoco queremos cambiar ni buscar ni pensar, sencillamente nos excusamos con algo así como "no estoy interesada", "no he leído sobre eso", "no sé, pero ¿qué piensas del clima?" o algo así, vano y antinatural.
    No avanzaré así, así no avanzaremos.
    Necesitamos una razón para que los argumentos sean más sólidos, las frases más objetivas y concretas; que la mente tenga más plasticidad y las ideas se completen de buena manera, con todas las opciones, que nos permitan formar un esquema real y completo de lo que queremos.

    (Entrevista de Marco de la que deriva esta entrada).