jueves, 22 de septiembre de 2016

El final del malo.

    En el silencio de una noche en la ciudad, caminé. La lluvia mojó las calles en el día pero a esta hora puedes ver la luna. Está casi llena, tal vez mañana o pasado. La calle desciende y está desierta. Silencio de una noche en la ciudad.
    Entonces aparecen ellos. En un vehículo grande, que me parece monstruoso; me persiguen. Corro, llego al puente y salto hacia el río. Me sostengo y me quedo en un pequeño espacio que curiosamente hay bajo el puente. Sólo caigo de forma horizontal. Ya he estado antes aquí.
    Sé lo que quieren. Astutamente dejo caer mi mochila. Sólo ropa. Ellos se asoman y la ven. No hacen nada. Suponen que me sumergí y me separé de la mochila. Sé lo que quieren, lo llevo siempre conmigo. Mi mochila no les sirve de nada. No sospechan dónde estoy en realidad.
    Rápidamente alguien se coloca a mi lado. No, es algo.
    Instantáneamente desenfundo mi arma y la inserto en el puerto USB de su brazo derecho, más próximo a mí. Es la primera vez que la uso, pero no dudo. La desactivación es inmediata. No hay convulsiones, ni pestañeo alguno. Simplemente se apaga. Es el virus, letal para ellos, que buscan. Es lo que quieren de mí. Ahora lo tendrán.
Octubre 2008