martes, 2 de noviembre de 2010

Debate.

    La discusión dejó de ser la herramienta poderosa que solía ser. La gente deja de escuchar con atención, deja tal vez de tener disposición para comprender y aceptar una nueva opinión; simplemente se limita a buscar la forma de contradecir, llevando siempre las ideas a lo que inicialmente piensan, creen, usando sus razones y prejuicios, si es necesario, con tal de no discutir la idea de fondo.
    La discusión ya no es una forma de aportar nuevas ideas ni de mejorar el hilo conductor de una vida o de varias vidas, dependiendo el rango de quién discuta. Se limitan a mantener su cuadrada posición (he aquí el drama de ser viejo), su esquema aprendido con años de experiencia, que en el mundo actual, cambiante, no aplican cuando es necesaria la modernidad, en todo sentido.
    Lo veo en mi discusión. La forma de debatir actual no es la de convencer porque nadie está dispuesto a ser convencido. De una u otra forma pensamos, nos autoconvencemos, de que siempre tenemos la razón y todo lo demás es una forma de rechazar cualquier teoría, por muy realista y lógica que parezca. O tal vez después lo analizaré, o tal vez después buscaré un buen argumento para eso. Pero tampoco, nunca es tan importante como para buscar realmente los argumentos y delimitar al fin la base para cualquier idea. Se queda ahí, inconclusa; y si tampoco queremos cambiar ni buscar ni pensar, sencillamente nos excusamos con algo así como "no estoy interesada", "no he leído sobre eso", "no sé, pero ¿qué piensas del clima?" o algo así, vano y antinatural.
    No avanzaré así, así no avanzaremos.
    Necesitamos una razón para que los argumentos sean más sólidos, las frases más objetivas y concretas; que la mente tenga más plasticidad y las ideas se completen de buena manera, con todas las opciones, que nos permitan formar un esquema real y completo de lo que queremos.

    (Entrevista de Marco de la que deriva esta entrada).

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