miércoles, 1 de marzo de 2017

Miedo.

Un poco tarde. Pero si he de admitir todas las culpas, debo decir que el miedo es una de ellas, tal vez la más. Cuando eres pequeño y tienes hermanos mayores que te atormentan, conoces lo que es el miedo. Entonces me obligaba a caminar de noche por el campo (distancias cortas), para superarlo, para saber que no hay nada más que la imaginación. Las ramas de los árboles chocaban entre ellas a gran altura, pero debía saber: sólo era eso. Los pájaros nocturnos cantaban sus características melodías, pero debía saber: sólo era eso. No hay brujos, no hay “hombre del saco”. Luego vinieron los extraterrestres. No hay eso tampoco.
Aunque en ese tiempo creía en un ser superior, así que podía caminar en la noche y rezar. Luego dejé de creer, pero me reconocí no perdiendo el miedo. Un tiempo hasta los ángeles me asustaban, después les tomé cariño.
Pero el miedo se mantiene, no lo he perdido, debo admitirlo. Miedo a entes invisibles que rondan en los rincones oscuros de mi casa, que, cuando dejo que me domine, me saludan.

I seen the demons but they didn't make a sound, they tried to reach me but I lay upon the ground... (Squares, The Beta Band).

No hay comentarios:

Publicar un comentario