Tomar el control implica no escribir una entrada dos días después del plazo. Pero algo de descontrol hubo, a pesar del control que quiero tener.
La rutina que empezó con listas hace casi quince años (sí, digámoslo, ha pasado tanto tiempo), parece concretarse con el tiempo. No sé si más sabia, pero más resuelta, más decidida a tomar el control, que las cosas sucedan y sucedan cuando yo quiera.
Hay traspiés (como éste), pero no por eso desmotivación. Eso es lo importante. Con los años también se aprende que las expectativas son una parte muy absurda de la realidad, pero que finalmente la capacidad de manejarlas es lo que da la victoria.
También lo dije, estoy dispuesta a tropezar, derechamente, y caerme. Porque no hay que temerle a fallar, sino a no ser capaz de continuar después de eso.
Juro solemnemente que la próxima entrada será en agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario