La sensación de todo estaba en el momento en que debía decidir si ciertas palabras subirían o no a cierto peldaño de mi vida. Pero nunca tomé una decisión, por lo tanto se quedaron en espera; como muchas veces se ha repetido, en la punta de la lengua, a punto de salir cuando ya no les corresponde.
Si tengo que hablar de algo triste -o no tan triste- que sea el aroma que me persigue, que me llena el corazón e invade a cada rato mi pensamiento. Porque ese aroma ya no existe, pero se repite en todas mis cosas, en mi ropa, en mi casa, en mis amigas, en mis amigos.
Aunque esto no tiene nada de cierto, no tiene nada de falso tampoco. La teoría es que escribir aliviana mi alma y así puedo dejar toda la preocupación en las letras, ya no arrastrar más sentimientos inútiles conmigo.
Porque un día me preguntaste: ¿crees en el destino?, y ahora puedo responderte: sí, en el destino que me alejó de ti.
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