Mi vida se ha vuelto monótona y, de eso, nada creativo puede salir. Los dramas no son para contarlos y, aún menos, los chistes patentados de las series que veo. La vida se reduce a este espacio insatisfactorio, pero real, que debo moldear cada día para que se parezca un poco a la felicidad. Ni cerca, pero DEBE intentarse.
Odio no poder indentar en este espacio.
A ratos pienso escribir aquí cada simple momento, como si mi vida dependiera de estos destellos de conciencia, para no enloquecer. Pero no alcanzo, mi ánimo no se adentra más allá de unas pocas razonables ideas al día y, tal vez, sólo una es concretada. Si es que. Tampoco duermo siempre, tampoco estoy en blanco, pero los momentos realmente necesarios casi no existen.
Organizar es desde siempre parte de mi vida, pero no la realización de lo que organizo. Postergar, procastinar, aplazar. El acto no se realiza.
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