Desde que dejé de considerar a dios como parte de mi vida, pensé que podía alejarme de varios vicios mundanos, como confiar en la suerte y en la superstición. Lo mismo, no preguntarme sobre el zodiaco, el efecto de los astros, el tarot. Sin embargo, me observo y veo que tengo algunos de estos vicios. A saber: siempre he querido sacarme el tarot, aunque nunca lo he hecho; alguna vez (escribí de ello acá mismo), un libro que leí me dejó una fuerte impresión respecto al efecto que el sol puede hacer sobre las personas; me gusta leer mi horóscopo, siempre y cuando sea de una fecha anterior, ya que, a veces, encuentro buenos consejos en ello.
Esto es una parte.
El resto habla de pequeñas supersticiones. Como sentir que las personas me acompañan cuando uso algo que me regalaron -y, por eso, haber dejado de usar tantas cosas-; caminar bajo las escaleras, pero temer, en cierta forma, romper un espejo; adorar los martes trece y días trece, en general; haber caminado, muchas veces, antes y después de salir de la U, por el escudo prohibido. Algunas son antisupersticiones. Pero, finalmente, me reconozco: algo de ese mundo etéreo me queda.
(Por noviembre).
(Por noviembre).
No hay comentarios:
Publicar un comentario